Socios de un joint venture.
Business Management

¿Cómo beneficia el Joint Venture a las empresas?

En un mundo empresarial cada vez más exigente, donde la innovación, la internacionalización y la eficiencia son claves para la supervivencia, las empresas buscan fórmulas de colaboración que les permitan crecer sin asumir todos los riesgos en solitario. Una de las opciones más flexibles y eficaces es el joint venture: una alianza estratégica temporal entre empresas que unen recursos, conocimientos y objetivos para afrontar juntas proyectos que, por separado, serían más costosos o inalcanzables. Ya sea desarrollar nuevas tecnologías o expandirse a mercados extranjeros, los joint ventures están redefiniendo las reglas del juego en sectores tan diversos como la energía, la movilidad o la distribución.

¿Qué es el joint venture?

Un joint venture es un acuerdo entre dos o más empresas que deciden colaborar temporalmente para desarrollar un proyecto conjunto, compartir recursos o alcanzar un objetivo común. No se trata de una fusión ni de una adquisición, sino de una asociación limitada en el tiempo y en el alcance. Las compañías implicadas (llamadas co-venturers) mantienen su independencia jurídica y operativa, pero se comprometen a compartir riesgos, beneficios, conocimientos técnicos, infraestructuras y, en ocasiones, personal.

La esencia del joint venture es la colaboración estratégica con un fin definido: lanzar un nuevo producto, penetrar en un mercado internacional, compartir gastos de I+D, optimizar la cadena de suministro o incluso afrontar juntos una licitación pública. El acuerdo puede tomar la forma de un simple contrato o dar lugar a la creación de una entidad jurídica nueva y compartida. Todas estas nociones se profundizan en cursos de formación superior como un Grado en Administración y Dirección de Empresas y Transformación de Negocios (ADE).

Principales tipos de joint venture

Como aprenden todos los profesionales que hayan cruzado un Master in International Business STEM o un Máster en Management STEM, existen diversas formas de clasificar los joint ventures, según su estructura, finalidad o forma jurídica. A nivel general, se distinguen dos grandes tipos:

  1. Joint venture contractual: es un acuerdo entre las partes que no implica la creación de una nueva entidad jurídica. Las empresas colaboran mediante un contrato que regula sus derechos, deberes y reparto de beneficios. Suele tener una duración determinada y está orientada a proyectos específicos.
  2. Joint venture societario: en este caso, las partes crean una empresa nueva (también llamada newco) de la que son socias. Esta nueva sociedad asume las actividades del proyecto conjunto. Es una fórmula más estructurada y de largo plazo, pero también más compleja desde el punto de vista legal y fiscal.

Según el momento de la cadena de valor en el que actúan las empresas participantes, se puede hablar también de:

  • Joint venture vertical: colaboración entre empresas de sectores distintos, pero complementarios (por ejemplo, un fabricante de componentes y una empresa de tecnología). 
  • Joint venture horizontal: colaboración entre empresas que normalmente serían competidoras directas, como dos constructoras que se alían para desarrollar una gran infraestructura.

Otras clasificaciones tienen en cuenta la finalidad del acuerdo, como por ejemplo:

  • Joint ventures para la distribución en nuevos mercados. 
  • Joint ventures para la producción o el ensamblaje conjunto. 
  • Joint ventures orientadas a la investigación y desarrollo (I+D).
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Gráfica de socios de un joint venture.

Ventajas y desventajas del joint venture para las empresas

Entre las ventajas más destacadas de un joint ventures se encuentran:

  • Compartir costes y riesgos: al asociarse, las empresas pueden afrontar proyectos más ambiciosos sin tener que asumir solas toda la carga financiera ni el riesgo operativo.
  • Acceso a nuevos mercados: asociarse con una empresa local facilita la entrada en países con barreras regulatorias, culturales o logísticas.
  • Complementar recursos y conocimientos: cada socio aporta sus fortalezas, lo que permite desarrollar productos o servicios con mayor valor añadido.
  • Reducción de la competencia: en ciertos sectores, unirse temporalmente con un competidor puede evitar guerras de precios y aumentar el margen de beneficio.
  • Medición clara de resultados: al tener objetivos específicos y temporales, es fácil evaluar el rendimiento de la colaboración.

No obstante, también existen desventajas y riesgos que conviene considerar:

  • Pérdida parcial de autonomía: todas las decisiones importantes deben consensuarse, lo que puede ralentizar los procesos o generar conflictos.
  • Choques culturales o de gestión: especialmente en alianzas internacionales, pueden surgir malentendidos por diferencias en la forma de trabajar o en los valores corporativos.
  • Dificultades legales o fiscales: la creación de una nueva sociedad o la firma de contratos complejos requiere asesoramiento especializado.
  • Riesgo de fuga de información o know-how: compartir activos estratégicos implica un grado de exposición que debe gestionarse con cláusulas de confidencialidad bien redactadas.
  • Desalineación de objetivos: si los intereses de los socios divergen con el tiempo, la viabilidad del proyecto puede verse comprometida.

¿Cuál es la diferencia entre una alianza estratégica y un joint venture?

Aunque los términos a veces se usan como sinónimos, hay diferencias significativas entre una alianza estratégica y un joint venture. En una alianza estratégica, las empresas colaboran en ciertos aspectos (por ejemplo, marketing o distribución), pero sin crear una entidad común ni compartir recursos de forma tan intensiva. Se trata de acuerdos más flexibles, menos vinculantes y habitualmente más informales.

En cambio, un joint venture implica un nivel de compromiso mayor: se suelen compartir inversiones, tecnología, personal, y en muchos casos se crea una empresa conjunta. Es, por tanto, una fórmula más estructurada, formal y diseñada para objetivos concretos. Ambas formas de colaboración pueden ser útiles dependiendo del contexto, pero el joint venture es más adecuado cuando el proyecto requiere una integración operativa real.

Ejemplos de joint venture en el mundo empresarial

A lo largo de las últimas décadas, muchas empresas líderes han optado por fórmulas de joint venture para innovar o expandirse. Algunos casos emblemáticos son:

  • Sony y Ericsson: la unión entre el gigante japonés Sony y el sueco Ericsson en el sector de la telefonía móvil dio lugar a una marca pionera en los años 2000. Aunque finalmente Sony absorbió la participación de Ericsson, fue un ejemplo claro de sinergias tecnológicas y comerciales.
  • Volvo y Uber: colaboraron para desarrollar vehículos autónomos de uso urbano. Uber aportó su experiencia en movilidad digital, y Volvo, su know-how en seguridad y automoción.
  • Disney y Comcast (Hulu): la creación de la plataforma de streaming Hulu como respuesta al auge de Netflix fue posible gracias a un joint venture entre estos dos gigantes mediáticos.

Estos casos muestran cómo un joint venture puede facilitar el acceso a nuevos sectores, acelerar la innovación o crear ventajas competitivas sostenibles. Eso sí, para que funcione, debe estar basada en una relación de confianza, objetivos claros, contratos bien definidos y mecanismos de salida en caso de desacuerdo.

En definitiva, el joint venture representa una herramienta poderosa en el arsenal estratégico de las empresas modernas. Cuando se estructura con inteligencia, puede ser la clave para dar el salto a nuevos niveles de crecimiento.

MÁSTER UNIVERSITARIO EN ADMINISTRACIÓN Y DIRECCIÓN DE EMPRESAS, ESPECIALIDAD EN DIRECCIÓN ESTRATÉGICA

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